Por el camino del dragón, 7 luminarias, 7 Volcanes, Valle de Santiago
Las 7 Luminarias: Crónica de Dos Viajes
El Primer Llamado – Noviembre de 2014
El 1 de noviembre de 2014 recibí un llamado inesperado. Una voz femenina, Bricia Orihuela, de alguien a quien apenas había visto una vez en un encuentro con el gran Don Antonio Velasco Piña junto con el joven índigo Matías De Stefano, Bricia me dijo que Gaya, la Madre Cósmica, me había elegido para una misión de dragones en un lugar desconocido para mí: Las 7 Luminarias, en Valle de Santiago, Guanajuato. Sin pensarlo, respondí: “¡Sí!”.
En días previos me conecté con el espíritu de los volcanes. Percibí que eran tierras de avistamientos y que bajo el Cerro Culiacán se encontraba posiblemente la entrada a Agartha, la ciudad de Quetzalcóatl. Poco después, por “casualidad”, un amigo me habló del enigma de las hortalizas gigantes de los años 80: acelgas y calabazas tan altas como un hombre, coles que necesitaban varios campesinos para levantarlas, rábanos de decenas de kilos. Investigando confirmé que un campesino local, en trance, decía haber recibido de los antiguos mayas la fórmula para despertar ese poder de la tierra.
Partimos rumbo a Guanajuato un grupo de amigos y guerreros: Eugenio Maillefert, Fernando Gracián y Guillermo Da Ronco. Éran mis custodios de esta misión. Fui parte de los “siete elegidos”, cada uno estaba destinado a custodiar un volcán de los siete que están alineado con la osa mayor, acompañados con tres compañeros que velarían con cada uno durante la noche. La misión: activar llaves sagradas y acompañar la transmutación de los Dragones Imperiales en Dragones Dorados, trayendo consigo nueva energía de conciencia para el planeta.
El camino fue incierto: llantas ponchadas, extravíos, falta de señal. Pero una fuerza mayor nos llevó a tiempo al sitio indicado. A nosotros nos correspondió atender dos volcanes: uno para el trabajo de los intraterrenos y otro para sostener el anclaje. Con cuarzos, símbolos de geometría sagrada y fuego encendido, velamos la noche más fría bajo una luna llena gigante. Bebimos mezcal para mantenernos en pie —mi narcolepsia desapareció esa noche— y, a medianoche, enterramos los símbolos pronunciando palabras en un idioma antiguo.
Las experiencias fueron múltiples: unos vieron seres de otra dimensión , otros sintieron la energía del Dragón Dorado recorrer su columna, hubo desmayos, luces, visiones, estrellas fugaces y silencios profundos. Yo mismo atisbé formas extrañas en el fuego y luces misteriosas en el cielo. Y cuando el Sol dorado pintó el horizonte, su calor nos abrazó como confirmando que la misión había sido cumplida.
En esa ocasión conocimos también a Óscar Arredondo, fotógrafo divulgador de las maravillas del valle, y escuchamos relatos de guardianes invisibles. Pero entre todos, la figura más entrañable era la memoria viva del Abuelo Juan de la Cruz, campesino y guardián ancestral de estas tierras, quien enseñaba que la semilla y la tierra debían tratarse con ceremonia, y que los gigantescos frutos eran fruto del respeto a los volcanes y a sus energías.
El Segundo Llamado – Febrero de 2022
Pasaron ocho años hasta el 2 de febrero de 2022, el “día 222”, fecha sagrada para los antiguos abuelos. Ese día volví a recibir el llamado. Esta vez me acompañaban Diana Hoogesteger y su pequeño Dragoncito Valente, de apenas cinco años.
Nos dirigimos al volcán Rincón del Parangueo. La entrada fue un túnel oscuro, profundo, que Valente iluminaba con su linterna. Tras minutos de caminar en completa negrura, apareció una luz al final: cruzar esa puerta fue recibir una inmensa claridad blanca, un abrazo que nos envolvió en una experiencia difícil de describir con palabras. Estar dentro de un volcán de más de cuatro millones de años abrió la imaginación: vimos, en la memoria de la tierra, animales gigantes, lagos abundantes, erupciones de fuego primordial.
Dentro del cráter nos esperaba un lago verde de espirulina, alimento sagrado lleno de silicio y nutrientes. Los patos migrantes bebían de él como si fueran “súper patos”. Comprendí que estas ollas volcánicas son las mejores macetas del mundo, un microclima protegido donde nacen tanto hortalizas descomunales como la sabiduría ancestral de los pueblos.
Estas ollas o grandes macetas son el mejor lugar del mundo para sembrar hortalizas, marihuana o lo que sea. Por eso el mezcal nació en un lugar así, el Volcán de Colima, hace 3,500 años y también la alimentación de Mesoamérica, (mi fuente de información para este dato, es la bióloga Patricia Colunga). Acá todo es comida volcánica, súper alcalina, el cereal preferido de los dragones, por su alto valor en nutrientes.
Estas ollas tienen un microclima especial para la agricultura, que se genera por estar rodeada de una pared de montañas que detiene el viento. Acá, la agricultura biodinámica seguramente alcanza otras dimensiones ¨pleyadianas¨, como esas hortalizas gigantescas que se dieron alguna vez.
Platicando con Agustín Madrigal, un reconocido geólogo, me cuenta que hay 20 volcanes y que estas maravillas son únicas en el mundo. Cerca de algunos de ellos hay comarcas de 100 habitantes, como la Olla de Álvarez, donde cultivan muchas hortalizas para su exportación.
Este conjunto volcánico atraviesa, en una franja de este a oeste, los estados de: Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Ciudad de México, Morelos, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Nayarit y Colima, incluyendo en este último estado las Islas de Revillagigedo, en el Oceano Pacífico. Los volcanes son: Citlaltépetl (Pico de Orizaba), Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Nevado de Toluca, Paricutín, Nevado de Colima, y el Volcán de Fuego, entre otros.
Cerca del Rincón del Parangueo está el lago de Yuriria. Dicen que aquí pudo localizarse la legendaria isla de Aztlán.
Gracias querido Xesús Gallardo Sánchez, uno de los guardianes de este mágico lugar, por abrirme tu corazón, tu hogar, por compartirme tus vivencias, tus experiencias y ese senderismo interpretativo que nunca olvidaré.
CIRUELO, el señor de los dragones
Después de esta aventura, terminé en Sitges, España, en la casa del ¨señor de los dragones¨ con el maestro artista Ciruelo Ciruelo Cabral, donde presenté mi libro y compartí estas maravillas de Meshico.
Epílogo
Mis dos viajes a las 7 Luminarias —2014 y 2022— se entrelazan como capítulos de un mismo libro cósmico. Allí se cruzan las leyendas de dragones, y seres estelares con la memoria campesina del Abuelo Juan de la Cruz, quien enseñó que lo sagrado de la tierra se honra con semillas, cantos y ofrendas.
Las Luminarias son espejos: del cielo en la tierra, de la ciencia en el mito, de lo humano en lo divino. Viajar allí no es sólo caminar volcanes; es atravesar portales, descubrir el poder de la semilla y recordar que la realidad, como los frutos gigantes del valle, siempre puede crecer más allá de lo imaginable.