Selva Amazonas, Putumayo, tribu Cofán

Durante diez días, me interné en la selva amazónica para conectar son sus espíritus, tomando harto Yagé (ayahuasca) casi diario, junto con otras medicinas nativas milenarias.

Participé en varios rituales con los médicos nativos ancestrales, donde dejé mi alma en manos de los curanderos curacas, taitas, hijos de la selva.

La medicina del Yagé nos llevó de viajes astrales (de más de quince horas, durante muchos días), fueron como grandes sopas cuánticas interminables.

Nos inundamos de una sabiduría que va más allá del arte de la razón, de la comprensión y de la inteligencia.

El yagé es el libro sagrado de la selva que te permite preguntar o hablar con sus espíritus.

Me resigné a pensar y le dejé el timón a Dios para que me llevara a las profundidades de mi alma sin salvavidas. Fue una fuerza centrífuga que me trasladó al fondo de mi verdadero ser.

Ahora ya no puedo distraerme: para mí empieza un nuevo ciclo con más amor, compromiso y respeto a la naturaleza.

Después de esta experiencia, no tengo dudas de que para llegar a los picos más altos de felicidad, en necesario realizar un gran descuartizamiento de las viejas creencias y un alto rango de dolor y miedo a la muerte. Como dicen los ancestros: ¨Nos cuesta entender que en cada muerte en vida hay un renacer¨.

Con el yagé tomas conciencia, vomitas inseguridades y purgas frivolidades.

Seguiré, hasta mis últimos días, participando en estas misiones místicas, religiosas y científicas, para seguir aprendiendo de los pueblos originarios, los últimos guardianes de la Tierra.

Empezando mi documental sobre la tribu cofán y el yagé.

Expedición a la selva del Amazonas, Putumayo, Colombia, tribu cofán, un sueño cumplido.

Gracias querido taita Diomedes Díaz, tribu, familia, por esta transformadora experiencia.

La maloca, un mariposario de orugas renacidas. 


Casi todas las noches llegaba el llamado y tocaba llenarse de valor para bajar a la maloca, una especie de mariposario donde nos colgaban en hamacas para hacer las ceremonias. 

En ese espacio las noches son interminables, sufriendo varias transformaciones en la oscuridad y no queda sino rezar varios padres nuestros en un intento para resucitar al amanecer, siendo una mejor versión de uno mismo.

Ahí estábamos los que integrábamos el grupo, unidos en un mismo rezo, como orugas en nuestros capullos colgantes, listos para viajar con nuestro maestro Capitán Corazón.

Cuando la ansiedad tocaba a la puerta, la fe le daba la bienvenida y, por momentos, la certeza se asomaba para despertar a nuestro verdadero ser. 

También entraba el miedo entraba de la mano del frío y el amor lo cobijaba con las canciones de los taitas. 

Por momentos estábamos como juguetes rotos esperando que el pegamento cósmico nos uniera.

Cuando la marea se agitaba (porque el intelecto trataba de tomar el control), entraba el sabio silencio a calmar las aguas. 

Algunas compañeras se transformaban en mujeres águilas, algunos compañeros en hombres tigre. A la mayoría se les caían las máscaras del éxito mundano y las personalidades falsas, mientras, de fondo, sonaba la canción de La vida es una novela. 

Ahora toca agarrar fuerte el timón de la luz, alzando las velas de los desapegos para que los contra vientos de la lujuria, la vanidad, los celos, el victimismo, la codicia y la gula me lleven más lejos, más allá de todo ello.

Cuando crees que el camino se termina, los ancestros se te aparecen, recordándote quién eres, quién fuiste y quién debes ser.

Recuerda que es mejor navegar solo en tu interior, porque es más fácil ver el charco en el ojo ajeno que el vasto océano en el tuyo.

Tanque lleno confianza, propulsión a emoción listo, para soltar el ancla de los miedos y así poder volar más alto con los motores de la imaginación.

KAMBÓ

Envenenándonos para fortalecer el sistema inmunológico o por si nos toca viajar a otro mundo.

Nuestra primera vez con Kambó, la ranita de la selva.

Entras en ayuno con un mínimo de dos litros de agua recién bebidos. Después de que te aplican su veneno en el brazo; te sube una calentura por todo el cuerpo, te da fiebre, te sientes horrible, puedes vomitar o desmayarte, te hinchas como sapo y empiezas a sudar.

Esta medicina te equilibra los cuatro cuerpos:

El Emocional

El Biológico

El Espiritual

El Energético

También te limpia de órganos. El proceso dura en total 30 minutos.

Le creo más a esta medicina milenaria que a la medicina de ahora llamada farmacéutica con realiza con puros químicos y menos aun a estas vacunas nuevas contra Covid que no están muy probadas.

Benditas vacunas de la selva.

Gracias Alicia Cervantes Gonzalez por aplicarnos este veneno y por cuidarnos y guiarnos con la medicina.

ORTIGA

¨Para disfrutar la vida, hay que recibir ortiga¨. ¡Así empezamos en Viernes Santo!

Al terminar cada ceremonia de yagé ( mejor conocida como ayahuasca ) recibíamos ¨ortigazos¨, es decir piquete de ortiga. Algunos lloraban, otros aguantaban el dolor, pero la cara lo decía todo. La mano es donde más duele.

El cuerpo arde, ya no sientes frío, circula mejor la sangre, esta medicina sirve para curar la apoplejías, la parálisis y el cólera. Es revitalizante y anti inflamatorio, ayuda a atenuar los dolores reumáticos y ciáticos. Se trata de una planta medicinal poderosa que muchos consideran que es sólo una maleza más.

RAPÉ

Aspirando los espíritus de la selva… El rapé es un polvo amazónico usado para descalcificar la glándula pineal.

Lo aspiramos mucho antes o mucho después de la ceremonia de yagé, para entrar a ella más claros o para aterrizar más rápido después de la experiencia.

Este tabaco de la selva a veces se llega a mezclar hasta con 40 plantas diferentes.

Además:

- Favorece la concentración

- Aporta energía

- Fortalece el sistema inmunológico

- Es de muy fácil digestión

- Su alto contenido en proteína, resulta saciante

- Ayuda a eliminar la fatiga

- Contribuye a equilibrar el agua en las células

- Mantiene la salud del sistema nervioso

Chito López Anda y Emilio Ruiz Maya

MAMBÉ

Mambeando con mambe, el polvo verde de la selva, para que todo se vea más claro.

El mambe se obtiene de tostar, moler y cernir las hojas de coca amazónicas.

Se usa para ¨mambear¨ en las tribus, porque aporta el “don de la palabra” para tomar decisiones importantes en grupo.

Ya es infaltable en mi botiquín. Lo llevo a todos lados porque además alimenta más el alma, mis pensamientos y las memorias del misterio.




Sananga

Basta sólo una gota en cada ojo para quedarte ciego unos cuantos minutos.

Arde como si te quemaran los globos oculares y sirve para ver todo más claramente, con más enfoque. Según Terence McKenna contiene ibogaína, una planta sagrada de África que puede tenerte varios días en trance. Hasta hoy esto es lo más fuerte que ha entrado por mis ojos.

Reduce la miopía, el glaucoma, las cataratas y en algunos casos la ceguera. También se usa para tratar enfermedades de la piel, picaduras de serpientes y reumatismo, entre otros males; pero para mí es mucho más que todo esto. ¡La recomiendo!

Sananga, es otras de las medicinas ancestrales sagradas de la selva amazonas. Ojo, nunca le preguntes por ella a un médico normal.

GRACIAS PUTUMAYO y FAMILIA DIOMEDEZ DÍAZ

Convierte en un guardián del buen viaje, viviendo esta transformadora experiencia en la selva Putumayo con el Taita Diomedez Diaz de la tribu Cofán, sobrino del Taita Querubin Queta de 108 años, para más información y reservas contactar a Martín Buen Viaje al mail martinbuenviajemx@gmail.com



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